EDUARDO VEGA: Historias de un Hombre Sabio
La Estrella de Iquique, Viernes 20 de Julio 2012. Escrito por Juan José Podestá B.
Con 86 años de edad, este profesor normalista forma parte del inventario histórico de la región.
El profesor normalista Eduardo Vega Delgado (86) habla nítido, se peina a la gomina y es dado a las frases para el bronce; pero no por pose, sino porque es parte de una época en que los maestros provenían de una raza extinguida: esa que consideraba que un alumno debía encontrar una respuesta certera de parte de su preceptor. A una pregunta de un niño, una respuesta que en pocas palabras resumiera un mundo, un estilo de vida, una visión.
Por ello, lo primero que dice Eduardo cuando llegamos es “ vamos a hablar de los profesores normalistas … un gran tema”. Luego sonríe. “ Tendrá que ser paciente, mi historia es larga, advierte Eduardo, octogenario de baja estatura, moreno y ojos algo achinados.
Un Tacneño Chileno
Eduardo nació el 13 de Octubre de 1925 en Tacna, cuando la ciudad era chilena. En 1929, y con un plebiscito de por medio, Tacna pasó a ser parte integral del Perú. Por orden gubernamental, la familia Vega, y todas las que optaron por la nacionalidad chilena, salió del Perú.
“Me dolió salir, tengo recuerdos muy lindos” cuenta el entrevistado que tiene 2 hermanos. La familia se trasladó a La Serena, luego a Arica y tiempo después a Iquique. Eduardo tenía 7 años.
Irónicamente, la calle donde la familia vivió los primeros meses fue Tacna, actual Obispo Labbé. A los meses el barrio El Morro recibió al familión. “Yo soy morrino de cepa, pasaba bañándome y mi mamá nos silbaba para almorzar. Fue una infancia pintoresca, de respeto por los mayores y el mar”, recuerda Eduardo.
Siendo estudiante de la escuela Santa María, postuló a los doce años a la Escuela Normal de Copiapó. Lo aceptaron. Corría 1938.
La Normal
Un buen día su padre lo subió al tren Longitudinal Norte - el famoso Longino – y lo encargó a una familia hasta llegar a Copiapó. Una vez en la Escuela Normal, el bisoño estudiante se encontró con un mundo nuevo: compañeros de todas partes de Chile, la maravilla de los libros, la sabiduría de sus maestros y por supuesto la amistad de sus pares.
“Un día estaba lloviendo y el profesor ve que todos los de Arica e Iquique estábamos maravillados con eso. Dice, “a ver los indios nortinos párense, vengan conmigo al patio a mirar la lluvia”. Esas cosas eran muy lindas. La disciplina rígida pero amorosa que se inculcaba”, manifiesta Vega sentado en un sillón y con cara de estarlo pasando muy bien contando su historia.
“ 1944 fue el año más feliz de todos, cuando nos dieron el título de profesores normalistas. Siempre quise ser profesor. Y en Iquique”, recalca Eduardo.
Luego de la titulación todo el curso fue a Santiago, en un tradicional viaje propiciado por la dirección de la Normal. En una entrevista con un funcionario del Ministerio de Educación, se les dio la posibilidad a los jóvenes de definir su destinación. Eduardo quiso Iquique, pero no había vacantes. Sin embargo, la amistad con un funcionario le dio la posibilidad de hacer clases en nuestra ciudad.
Difícil comienzo
“Mi primera destinación fue la Escuela 16 de El Colorado. Los niños llegaban con cuchillo y la ropa de trabajo llena de sangre porque trabajaban en el Matadero. Es que se pasaban del trabajo a la escuela”, relata divertido nuestro protagonista.
Lo anterior lo condimenta con una anécdota: - Encargué una tarea. Al día siguiente dije que todos sacaran sus cuadernos para ver lo que habían hecho. Uno de los niños, un macizote, se levantó, clavó el cuchillo en la mesa y dijo ¿qué tarea profesor Vega?. En vista de las circunstancias le dije que para él la tarea sería para el día siguiente.
Nuevo comienzo
Finalmente, y en vista del complejo ambiente, Eduardo decidió buscar otra escuela. Los contactos le permitieron llegar a la Escuela 4, cuyo director era el recordado Carlos Salas Ávila. Hice clases a un sexto de humanidades. El más chico del curso era yo”, revela este hombre de vasta experiencia en las aulas. Estuvo casi 16 años impartiendo clases en la Escuela 4. En 1958 fue seleccionado para un curso de formación de directores en la Escuela Normal Abelardo Núñez, la más antigua de Latinoamérica – ubicada en Santiago -, que duraba un año.
Al volver a Iquique tuvo la suerte de que el puesto de Director de la Escuela 4 estaba vacante. Consiguió el puesto, y estuvo en él hasta 1994, año en que jubiló.
En todo ese tiempo este profesor realizó no pocas acciones. Fundó el Coro del Magisterio y fue quién realizó las acciones para crear la villa Magisterio, a través de una cooperativa, en la década del sesenta. Sus características como dirigente le llevaron a ser presidente del Círculo de Directores de Escuelas de Iquique, y en la década del 70 fue nombrado por el general Pinochet presidente de la filial provincial del Colegio de Profesores (que antes del golpe militar se llamaba Unión de Profesores de Chile.
Legado
En los 90 y ya jubilado, Vega fue dirigente poblacional, y creó el Coro de Profesores Jubilados, que dirige el profesor Bernardo Ilaja.
¿Cuál cree que será su legado?
Mi legado lo vivo cada vez que salgo a la calle y alguien, muchas veces mayor que yo, me dice “¿profesor todavía camina?”. Me abrazan francamente, me estiman y respetan. El remedio de todo está en la Educación, y si bien quizás no se vuelva a las Escuelas Normales, debería haber un estamento educativo serio.
De mi cosecha…
A mi padre le faltó decir que fue casado por más de 50 años con Elba Alfaro Rojas, profesora normalista, Directora de la Escuela Nº 14, mujer maravillosa que me enseñó a vivir agradecida de la vida y que tuvieron 4 hijos: Isabel –profesora, Alexandra-Dibujante Técnico, Eduardo (Dichato)-Médico y Ledda(Vaca Sagrada)-Ingeniero Comercial.
En la foto: Ledda, Isabel, Eduardo papá, Eduardo hijo, Alexandra.



